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Recortes sobre José Luís Peixoto e a sua obra.
Peixoto es uno de los nombres más importantes de la actual literatura portuguesa.
“Hasta mis 18 años viví en un pueblo de mil personas en la región rural del Alentejo. Ahí, durante mi niñez, cada mes, llegaba un coche lleno de libros. Se aparcaba en la plaza principal y yo tenía la oportunidad de llevarme cuatro o cinco libros que debía devolver el mes siguiente. De esa manera he leído a muchos de los más importantes escritores portugueses y también a autores esenciales de la literatura internacional. El motorista/bibliotecario era una persona muy interesante. Me daba consejos sobre lectura. En mi casa no teníamos muchos libros, pero mis padres sentían un respeto muy grande por ellos”.
Así fue el primer contacto de José Luís Peixoto con los libros y con la lectura. Nacido hace 43 años en Galveias, un pueblo pequeño del interior de Portugal, Peixoto es poeta, novelista, cuentista, dramaturgo. Ha sido traducido a más de veinte idiomas y cuenta con varios reconocimientos, entre ellos el premio José Saramago, que recibió en el 2001 por su primera novela, Nadie nos mira. “Es una de las revelaciones más sorprendentes de la literatura portuguesa reciente. No tengo ninguna duda de que es una promesa segura de un gran escritor”, dijo Saramago sobre él. Y en efecto: de promesa se ha convertido en realidad. Pero la lista de premios no es lo que más habla de José Luís Peixoto. O por lo menos no es lo más importante. Son sus propias palabras, las que ha dejado en libros como Te me moriste, Galveias, Cementerio de pianos o En tu vientre. Libros que hablan de la tierra, de la familia, de las ausencias, de las muchas formas del amor y también del dolor. Libros que dicen no solo con palabras, sino con silencios.
–Empezó escribiendo poesía. ¿Cómo nació su interés por ella?
–La relación con la poesía es muy importante en la narrativa portuguesa actual. Supongo que esa presencia tiene que ver con la gran tradición poética en mi país. ¿Cómo podríamos escribir en este idioma sin tener en consideración la obra de Fernando Pessoa? Pero hay otros grandes poetas portugueses cuya influencia es importante para mí. Hasta el momento he publicado tres libros de poesía y volveré a publicar otro muy pronto. No he dejado de escribirla. Desde un punto de vista formal y conceptual, tengo la impresión de que la poesía es una condensación de muchos de los principios que intentamos desarrollar en la narrativa.
Prosa que también es poesía. Así es la obra de Peixoto, se trate de una novela o de una crónica de viajes. El primer libro que escribió, a los 21 años, nació después de la muerte de su padre. A partir de ese momento dejó claro la que sería una de las características de su obra: la presencia de lo autobiográfico. En Te me moriste (publicado en el 2000), Peixoto narra el regreso a la casa paterna, un camino que transita rodeado de recuerdos. “Es un texto que surgió de manera muy natural –dice–. Después de la muerte de mi padre, no tenía otro tema. Entonces, despacio, empecé a escribirlo, incluso como manera de entender lo que estaba pasando en mi vida. Luego de terminarlo, tardé cuatro años en percibir que se trataba de un texto muy distinto a los que podría escribir después. Ya había acabado mi primera novela cuando decidí publicarlo por mi cuenta. Estaba convencido de que nunca me arrepentiría de que ese fuera mi primer libro. Y sigo teniendo la misma idea. Lo veo como un libro muy importante para mí. En él está presente mucho de lo que sigo trabajando hoy”.
–Está marcado precisamente por la relación padre-hijo, que aparece en muchos de sus libros.
–Sí, de algún modo continué trabajando ese tema en mis primeras novelas. Me parecía que todavía tenía mucho que decir sobre ese asunto. Por un lado, mi experiencia personal, como hijo y como padre, me ha llevado ahí; por otro, me di cuenta de que la reflexión sobre esa relación me permite hablar de muchos otros asuntos, como la cuestión de las generaciones, de las edades, del paso del tiempo, de la mortalidad. También trae planteamientos muy importantes sobre la identidad, por ejemplo. Por algo en tantas religiones la relación entre padre e hijo es tan central y simbólica.
Otro de los libros de Peixoto en el que esta temática está presente es Cementerio de pianos (2006). En él narra la historia de tres generaciones de una misma familia y tiene como uno de sus personajes al maratonista portugués Francisco Lázaro, el primero en su país en asistir a unos Juegos Olímpicos, en 1912. Lázaro, un deportista aficionado que en realidad era carpintero, murió durante su participación en el torneo. En Cementerio de pianos habla un padre y habla un hijo. El tiempo se mueve en todas las direcciones en esta obra, considerada la mejor novela extranjera publicada en España en el 2007. En sus páginas hay un taller de carpintería. Es un espacio importante no solo para la trama, sino para la vida de Peixoto: “Mi padre era carpintero. Pasé mi niñez entre madera. De algún modo, Cementerio de pianos es una continuación de Te me moriste. Uno habla del duelo, el otro habla del resultado del duelo, de cómo uno encuentra consuelo en la idea de hacer parte de algo que es mucho más grande que su propia vida”.
–Es frecuente encontrar en su obra el lugar donde nació. ¿Cómo recuerda su infancia en Galveias?
–Fue una infancia muy rica en estímulos, en presencias. Vivir en un pequeño pueblo te permite conocer mucha gente, más que en las ciudades. En los pueblos se sabe de todo el mundo. En Galveias, yo conocía a mil personas. Es mucha gente, son muchos personajes. Al mismo tiempo, la libertad absoluta que tenía me permitió enterarme de realidades a las que, de otra manera, tendría difícil acceso. Como ayudaba a mi padre, y después empecé a trabajar en distintos empleos durante el verano, la infancia me dio una buena resistencia al esfuerzo y al trabajo. Algo que ha sido muy útil en mi vida.
–Esas historias que conoció en su pueblo, esas personas, se han convertido en tramas y personajes de sus novelas, entre ellas la primera que escribió, Nadie nos mira, y la que lleva su nombre, Galveias. ¿Cómo fue la escritura de estos libros?
–Cuando escribí Nadie nos mira no estaba seguro de que podría escribir una novela. Creo que esa siempre será una duda importante para cualquier lector de grandes novelas. Pero, en ese tiempo, escribirla era una cuestión de sobrevivencia. Fue un periodo difícil de mi vida, y esa novela me ayudó mucho. La historia de Galveias, por su parte, me ha acompañado desde hace muchos años. Era una novela que quería escribir antes de morir, y me siento muy satisfecho de haberlo hecho ya. Las dos novelas conforman dos polos de una comparación importante. Nadie nos mira, sin tiempo y casi sin lugar; Galveias, que se desarrolla en 1984 y concretamente en ese pueblo. Esta novela da referencias precisas. Eso marca mucho la diferencia. Escribir es nombrar.
–¿Cómo es hoy su relación con su pueblo?
–Es una relación sagrada. Galveias es mi piel. Hay mucho que solo siento allí.
JOSE LUÍS PEIXOTO nació en 1974, un año que marcó la historia de su país y prácticamente partió en dos la vida de Portugal: el año de la Revolución de los Claveles, del levantamiento militar que puso fin a la dictadura de António de Oliveira Salazar, que controló durante décadas el destino de los portugueses. Haber nacido en ese año tampoco fue un hecho menor para el escritor: “Esa es una de las influencias más grandes de mi literatura y de mi vida. Me parece, incluso, que es la gran marca que junta a los escritores portugueses de mi generación. La literatura nunca es ajena a la historia”. Peixoto creció en un mundo de libertad que no conocieron las generaciones anteriores. Empezó a alimentarse de influencias culturales que por fin cruzaban las fronteras y llegaban a su país. Entre ellas la música. Y una en especial: el heavy metal. Es un serio aficionado a este género musical y ese interés lo ha llevado a escribir un libro de cuentos, Antídoto, en el que cada relato tiene conexión directa con canciones de Moonspell, la banda de metal más conocida de Portugal. “Supongo que el heavy metal ha representado durante muchos años mis ganas de llegar a otras realidades y, al mismo tiempo, la afirmación de mi identidad. Hoy es una de las marcas de mi entusiasmo adolescente, una señal de intensidad. Esos valores siguen siendo muy influyentes en lo que escribo, aunque no siempre sean visibles”.
–Algo que se ve a simple vista es el tatuaje que lleva en uno de sus brazos, con el nombre del condado imaginario de William Faulkner: Yoknapatawpha...
–Ese es un tatuaje que me recuerda mucho la obra de Faulkner. Y también otras cosas que tienen que ver con mi historia, con la persona que intento ser cada día.
–Hay un aspecto en común entre su obra y la de Faulkner, a quien usted ha citado siempre como una de sus influencias: lo rural. ¿Por qué el interés en narrar el mundo del campo, la comunidad alejada de las grandes ciudades y del “gran desarrollo”?
–Mi historia personal me ha dado la oportunidad de percibir que el modelo de desarrollo que seguimos no es el mejor camino, en muchos aspectos. La literatura tiene la oportunidad de contribuir en la reflexión sobre los rumbos que tomamos. En este tiempo de avances tecnológicos acelerados, hay cuestiones que tenemos que considerar antes de seguir ciegamente ciertos horizontes. En el mundo rural continúa existiendo una relación más próxima con la naturaleza. Nosotros somos parte de la naturaleza, somos seres naturales. Es importante no perder esa noción. La necesitamos. Así como necesitamos poder mirarnos, poder sentir el tiempo. Respirar.
HAY UN POEMA de José Luís Peixoto que se llama A la hora de poner la mesa éramos cinco. Así dice, en su traducción al español:
A la hora de poner la mesa, éramos cinco:
mi padre, mi madre, mis hermanas
y yo. después, mi hermana mayor
se casó. después, mi hermana pequeña se casó. después, mi padre murió. hoy, a la hora de poner la mesa, somos cinco,
menos mi hermana mayor que está
en su casa, menos mi hermana
pequeña que está en su casa, menos mi padre, menos mi madre viuda.
cada uno de ellos es un lugar vacío en esta mesa en la que como solo.
pero estarán siempre aquí.
a la hora de poner la mesa, seremos siempre cinco.
mientras uno de nosotros esté vivo, seremos siempre cinco.
–Ahí está en buena parte la esencia de su obra, ¿no es así?
–Ese es un poema muy especial. Lo publiqué en mi primer libro de poesía y, algunos años después, hice que un personaje de Cementerio de pianos lo leyera. Esa fue una manera de volverlo a publicar. El poema habla por sí mismo: habla de la familia, de la identidad y del paso del tiempo. Temas centrales de mis libros. De cierto modo creo que ese poema es el pequeño corazón de todo lo que he escrito hasta hoy.
–¿Cómo es su método a la hora de escribir?
–Es un método un poco obsesivo. Necesito estar muy concentrado. Escribo muchísimo antes de la versión definitiva. Leo muchos libros de otros autores mientras escribo. No tengo ningún problema con las influencias, incluso las busco. Y escucho mucha música también. Heavy metal casi siempre.
Concentrado como ha estado siempre en lo más cercano, en sus realidades más próximas, llegó el momento en que Peixoto sintió la necesidad de mirar hacia algo más lejano. De entender realidades que no le eran familiares. Fue cuando tomó rumbo a un país que siempre le había parecido interesante, precisamente por el misterio que lo acompaña: Corea del Norte. Le interesaba escudriñar la vida cotidiana de esa nación, y también probarse en la literatura de no ficción, en la escritura documental. Así nació Dentro del secreto (2014), en el que describe los detalles grandes y pequeños de este país conocido por los excesos del mandato totalitario de Kim Jong-un. Para Peixoto –que estuvo cinco veces en Corea del Norte y varias más en Corea del Sur–, esa fue una experiencia que cambió su vida. Y ahí no se detuvo: recorrió también Tailandia y publicó después su visión en el libro O Caminho Imperfeito, en el que hace un retrato detallado de este país.
Su novela más reciente se titula En tu vientre y tiene como contexto la aparición de la Virgen de Fátima, un hecho fundamental para los portugueses, sean creyentes o no. La obra tiene como protagonista a Lucía, la niña que dijo haber visto a la Virgen, junto a los otros dos pastores, Jacinta y Francisco. También está presente en la historia la madre de Lucía –que no cree lo que su hija dice–, la madre del narrador –que se vuelve un personaje omnipresente y poderoso–, y por supuesto: la madre bíblica. Todas son fundamentales en el desarrollo de la novela. Porque En tu vientre, más que buscar definir si fue real o no el milagro de la aparición de la Virgen, tiene otro propósito: hablar de la maternidad. “Es cierto –dice Peixoto–. Este libro tiene como primera referencia la aparición de la Virgen de Fátima, pero a un nivel más profundo trata de las madres en general. Ese aspecto está relacionado con la importancia del culto mariano en el catolicismo portugués. Desde esa perspectiva, la veo también como una novela sobre la identidad portuguesa”. Y en ella se siente el mismo tono poético de todos sus libros. Cada frase en Peixoto cumple su propósito.
–¿Cómo es trabajo con las palabras, cómo se relaciona con ellas?
–En mis novelas no hay una sola palabra que no haya sido elegida, que no esté ahí después de haber buscado alternativas. Cada palabra tiene que ganarse el derecho de estar. Lo más importante al escribir es la conciencia. Escribir literatura es escribir despacio.
Por: María Paulina Ortiz